por Carlos Motta para ERRATA #12
Lo nefando, la crítica y la estética
“No te ayuntarás con hombre como con mujer; es una abominación” dice el pasaje bíblico Levítico 18 en relación al homoerotismo, que junto con la zoofilia y el placer solitario de la masturbación, se consideran pecados contra natura. Históricamente la lectura e interpretación de esta línea ha justificado la segregación, persecución y discriminación de las relaciones homoeróticas en al ámbito social y ha sustentado la condena moral y legal de la sodomía como un pecado nefando. Nefando, adjetivo en latín, se refiere a un acto indigno, algo tan repugnante y execrable que desafía su enunciación. Lo nefando es innombrable e indescriptible. Desde el siglo XV y en especial durante los años de la Inquisición, la Conquista y la Colonia, la Iglesia Católica, en su cruzada evangelizadora y de imposición de la ley de su Dios, sancionó lo nefando con disciplina extrema y fuerza destructora.[1]
Mi proyecto “Trilogía nefanda”[2] se acerca a lo nefando a partir de una serie de inquietudes: conforme con los estudios críticos y la teoría queer y en particular relación con los escritos del teórico francés Michel Foucault, el discurso de la sexualidad es una construcción cultural que responde un linaje de categorías epistemológicas occidentales. ¿Cómo acercarse entonces a la idea del sexo “anterior” al conocimiento moderno? ¿Cómo entender, más allá de lo nefando, las sugerentes esculturas, vasijas, joyas y dibujos homoeróticos producidos por varias culturas prehispánicas a lo largo del continente americano? ¿Qué tipo de herramientas conceptuales se pueden emplear para comprender la expresión indígena del sexo, si las herramientas analíticas disponibles son en sí mismas categorías coloniales? Y por último, ¿qué se puede aprender de estas reflexiones históricas para discernir las problemáticas políticas contemporáneas de la sexualidad?
“Nefandus”, uno de los video-ensayos que conforman la trilogía, presenta un diálogo extemporáneo entre dos hombres, con el deseo de responder algunos de estos interrogantes. Las voces, en español y en kogi, nos acompañan en un viaje en canoa por un cristalino río en medio de la selva. La voz en español indaga sobre la complicidad del paisaje con la violencia de la Conquista: cómo el caudal del rio borró las acciones que ahí ocurrieron y busca en el paisaje cualquier detalle que le ayude a entender la relación de los antiguos habitantes de ese territorio con el cuerpo, el placer, el deseo y el homoerotismo representada en objetos encontrados. A lo largo del viaje el hombre narra la manera en que la moralidad y el derecho impuestos por los conquistadores y evangelizadores españoles condicionaron la expresión y experiencia del homoerotismo durante la Colonia. La voz en kogi no hace referencia a la sexualidad en cuestión sino lamenta la desaparición de su cultura y la violación de la tierra. Al final del video la voz en kogi afirma cómo él es consciente de que su presencia en la narración es una mera proyección de los intereses de su interlocutor y cómo es la necesidad de conocerse a sí mismo la razón que lo lleva a buscarlo:
“Mi voz mediada por la tuya
palabras impuestas sobre mis acciones
tradiciones designadas como comportamientos
tus intereses reflejados en mi cuerpo
Soy una ficción inventada por ti
mírame a los ojos, ¿que ves?
¿El caudal del rio?”
La relación entre las voces evidencia cómo la construcción de historias acerca de la descolonización del cuerpo y de la sexualidad requiere de un constante auto-cuestionamiento del lugar desde el que se entiende y se habla. La intención de romper con las categorías de conocimiento de la modernidad a partir de construcciones en sí modernas invita a preguntarse por la propia capacidad de desestabilizar el orden normativo. En estos términos, “Nefandus” es un ejercicio especulativo donde la crítica y la estética se utilizan como dispositivos narrativos para proponer una contra-historia pero a la vez para reflexionar como son formas específicas de construcción de conocimiento.
La descolonización de la sexualidad no a partir de la teoría queer sino de la descolonización del saber
Los proyectos de emancipación generalmente se estructuran de manera discursiva y utilizan el lenguaje para nombrar, para señalar, para redirigir. El lenguaje (hablado, escrito, visual) dá forma a procesos de empoderamiento. La teoría, el arte y el activismo queer facilitan herramientas para dichos procesos de emancipación que buscan desafiar críticamente a la sociedad con la intención de transformarla y ofrecen formas distintas de identificación y acción, más allá de las rígidas categorías tradicionales. ¿Pero, se puede afirmar que un proyecto de resistencia queer funciona más allá de los marcos intelectuales (teoría crítica, estudios culturales y filosofía occidentales), la ubicación geopolítica (el Norte global), el idioma (inglés) y los contextos políticos y culturales de donde emergió?
En la reciente conferencia Queering Paradigms (QP5)[3] en Quito el término queer se usó mucho y fue invocado en referencia a las políticas de sexualidad y género en su intersección con temas de raza, clase, VIH/Sida, etc. En español la palabra queer no tiene una traducción literal y aunque ha habido varios intentos de localizar su significado, generalmente se utiliza el anglicismo queer. En el contexto de la conferencia en Quito el uso de esa palabra en inglés sugería que el concepto queer puede ser implementado como un modelo político universal no obstante las especificidades culturales, geográficas, étnicas y políticas locales.[4] Esta suposición resulta bastante problemática dado que el marco conceptual queer tiene un origen sitio-específico y responde a un contexto socio-cultural particular. Si bien la genealogía Latinoamericana ha planteado el reto de traducir, transculturar e interculturar proyectos teóricos y políticos tales como el feminismo, los estudios LGBTI y lo queer, su aplicación en el contexto andino corre el riesgo de ser otra imposición colonial.[5]
La región andina es escenario de procesos intelectuales y políticos que buscan descolonizar no solo el ámbito geopolítico, sino también el saber. En mi opinión, al proponer una crítica sistémica de procesos de dominación colonial se debe cuestionar la primacía del lenguaje dentro de la modernidad. El lenguaje se ha priorizado sobre cualquier otra forma de comunicación y sus aplicaciones son el fundamento conceptual de las ciencias sociales y por ende de la construcción del saber. Las metodologías de la historia, la filosofía, la sociología y la economía rechazan formas de comunicación “informal” no sistematizada. La historia oral por ejemplo se ha rechazado como no objetiva y por lo consiguiente no científica. De acuerdo con el trabajo radical de la socióloga boliviana aymara Silvia Rivera Cusicanqui, la historia oral representa la potencialidad de la descolonización del saber ya que proporciona un método crítico, donde la objetividad de las “fuentes” es remplazada por una interlocución entre el investigador y sujeto, acto que en sí es una forma de construir un conocimiento participativo.[6]
El proyecto teórico queer se basa ampliamente en intervenciones semánticas, en la desviación del significado y en el queering de las categorías de lenguaje. Por su lado, un proyecto de descolonización del saber, de los placeres, del cuerpo no clasificado y de la identidad no categorizada, requeriría el reconocimiento que dichas metodologías en donde el lenguaje precisa los términos y reproduce formas de dominación colonial, aunque estas se consideren como formas de liberación epistémica. Siguiendo este argumento, el querer entender, leer y acercarse a la noción pre-hispánica del cuerpo, por ejemplo a partir de la teoría queer resulta contradictorio, ya que el construir una contra-historia a la colonial a partir de un ejercicio intelectual colonial reproduciría formas coloniales del saber. El uso del término queer en otros idiomas por sí mismo, en relación a problemáticas sexo-genéricas locales, ejemplifica la coalición del anglicismo con un contexto reticente a ser leído en términos extranjeros. Pero lo que debe ser puesto en evidencia, más allá del uso de la palabra queer (que ha sido interpretada y traducida en América Latina y España como “teoría marica”, “transmarikabollo”, “transfeminismo”, y “cuir” por mencionar solo algunas), es la aplicación conceptual del proyecto teórico y político queer en relación con las historias de colonización subyugante que se basan en conceptos de la modernidad y el liberalismo como la libertad política, el progreso social y la liberación sexual.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer cuando los cuerpos e identidades en cuestión viven vidas marcadas por la violencia y la exclusión? ¿Qué hacer cuando algunas comunidades ignoran el deseo homosexual de tal forma que sólo pueden enunciarlo para negarlo? ¿Qué hacer cuando el peso de la tradición comunitaria es mayor que cualquier realización personal? Mi experiencia produciendo “Trilogía nefanda” me puso en contacto con una serie de hombres indígenas quienes me aseguraron que la homosexualidad es una invención extranjera que no “afecta” a sus comunidades y que las crónicas e historias antiguas que yo traía debían ser mentiras inventadas por los colonizadores de la época. Al mostrarles las fotos de algunos objetos homoeróticos, sus reacciones fueron escépticas. Esos objetos, son tan lejanos a ellos como lo son para mí, con la diferencia de que yo busco entender y construir su significado. Para mí son eslabones perdidos que pueden ayudarme a entender los orígenes de la homofobia. Su rechazo generó un profundo conflicto ético en mí: ¿qué hacer? Les presenté el proyecto como una ficción que busca rescatar crónicas orales relacionadas a los Tayrona, los Moche, los Tolita y otras antiguas etnias de América Latina que fueron las que dejaron como herencia involuntaria los objetos en cuestión. La palabra “ficción” y el pago de unos honorarios nos dieron acceso a su colaboración. Pero convivir con la sensación de que estaba imponiendo narrativas no deseadas sobre un paisaje tantas veces violado fue difícil. Sin embargo seguí adelante con el proyecto.
La liberación sexual
El carácter asimilacionista del movimiento LGBTI internacional y su énfasis en ciertas políticas de inclusión, ha sido ampliamente criticado en el contexto latinoamericano. La importación de discursos, agendas y estrategias operativas tiende a reforzar las instituciones y las políticas heteronormativas, a pesar de que logren llevar a cabo proyectos de inclusión, no pueden transformar los prejuicios sociales y culturales que reproducen la exclusión y la homofobia. La creación de un sujeto gay global es una forma ávida de emancipar a partir de generalizaciones coloniales. Lo queer, por su parte, se lanzó al rescate con una agenda contraria que busca cambios radicales de consciencia social y retos políticos e intelectuales. Pero dentro del marco de la crítica de la descolonización del saber, lo queer fomenta también una idea de una libertad mediada, importada, digerida.
Con la “Trilogía nefanda” busco abordar mi deseo de conocerme y de entender el contexto político y cultural que ha producido la marginalización de la homosexualidad. Las contradicciones entre los proyectos decolonial y queer generan espacios de pensamiento y de producción desafiantes pero productivos: es a partir de ellos que se forma mi obra y que me construyo como artista y como sujeto y por consiguiente como construyo mi audiencia. ¿Qué es la emancipación si no un proceso de individuación personal y colectiva? No es mi intención el proponer una falsa relación binaria entre la descolonización del saber y el proyecto queer ya que ambos proyectos comparten fundamentalmente el deseo de re-estructurar el orden normativo. Sin embargo, una enseñanza interesante del proyecto decolonial es la necesidad de re-contextualizar el método y de no confiar en su aparente universalidad. La producción de nuevos saberes requiere de nuevas metodologías, de nuevas estructuras fragmentadas, de críticas críticas de sí mismas, de estéticas conscientes de su hegemonía formal y conceptual.
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Agradecimientos especiales a Diego Falconí por su claridad conceptual y generosa ayuda para desarrollar estas ideas. Gracias a Cristina Motta por su atenta lectura y edición de estilo.
[1] Lo nefando no solo corresponde a la Conquista de América sino al expansionismo proto-europeo de Monarquía e Iglesia. La etiqueta nefanda también se usó para referirse a los musulmanes y para la delimitación moderna euro-céntrica.
[2] La Trilogía nefanda está compuesta por tres videos cortos que investigan la imposición de categorías epistemológicas europeas sobre culturas indígenas y sociedades coloniales durante la Conquista de América. Los tres video-ensayos hacen énfasis en la construcción de la sexualidad y del género como categorías de identidad basadas en preceptos judeocristianos cuyos orígenes se basan en discursos legales y morales de crimen y pecado. http://carlosmotta.com/projects
[3] Queering Paradigms es una serie de conferencias que comenzó en Canterbury Christ Church University (2009) y posteriormente se han llevado a cabo en Brisbane (2010), Oneonta (2011), Rio de Janeiro (2012) y Quito (2014).
[4] Acá me refiero al marco conceptual “oficial” de la conferencia QP5. Varios participantes del evento activamente interpelaron la palabra queer durante sus ponencias, presentaciones y discusiones generando propuestas para una traducción heterogénea de lo queer andino.
[5] En relación a este punto se debe tener cuidado de no caer en discursos de liberación “latinoamericanista” que en sus deseos de “pureza” geopolítica y sociocultural tienden a ser simplistas e igualmente opresores.
[6] Leer, El potencial epistemológico de la historia oral: algunas contribuciones de Silvia Rivera Cusicanqui de Walter Mignolo, en Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder, CLACSO, 2010, Buenos Aires.