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ENTERRAR Y CALLAR por José Ignacio Roca
Written for the calatolg of the exhibition "Urbes Interiores" at La Biblioteca Luis Angel Arango, Bogota, Colombia, 2004
 

El video Sin título # 1, 2004 (de la serie Enterrar y Callar, 2003-Presente), de Carlos Motta está a mitad de camino entre la documentación de una performance y un video narrativo. El título de la serie hace referencia explícita a los Desastres de la Guerra, la serie de grabados en donde Goya plasmó de manera magistral la conciencia colectiva de toda una generación frente a la tragedia de la guerra.

Luego del atentado de Septiembre 11 y por espacio de dos años, Motta comenzó a recoger guantes que encontraba tirados en las aceras de Nueva York. El tenso ambiente posterior a los atentados y la decisión oficial de no presentar imágenes de las víctimas en los medios de comunicación hacían que una prenda en cierto modo insustancial tomara otra dimensión por las asociaciones que sugería. Los guantes de lana, en las aceras -una presencia cotidiana durante los meses fríos- denotan doblemente la idea de un cuerpo ausente: el guante –como toda prenda- es un índice del cuerpo, y por tratarse de una prenda que siempre funciona en pares, el hecho de tener uno solo indica un estado constante de incompletitud. Recogerlos fue para Motta “una forma de negociar [el] tránsito cotidiano por la ciudad en luto“. El video muestra los guantes dispuestos en el suelo en una retícula regular, un recurso formal heredado del Minimalismo, que en el contexto en que la pieza fue realizada denota más bien la manera como se cuentan las víctimas en los conflictos bélicos y en las tragedias. El fuego consume lentamente los guantes, y cuando han sido reducidos por completo a cenizas, una espectral presencia humana que se sobrepone a la imagen se empecina en lavar y barrer los remanentes, ocultando o borrando para siempre los vestigios de lo sucedido. A Motta le interesa preguntarse por cuestiones como el luto y el duelo colectivo, la intencionalidad política, la responsabilidad moral, la imposibilidad de rectificación político-social y la representación de la violencia a través de imágenes poéticas que se alejan de toda referencia explícita.

Esta alegoría de la muerte a través de asociaciones simbólicas está también presente en la foto-escultura Sin Título,2003 de la misma serie. Aludiendo en su disposición formal a un túmulo funerario, una serie de fotografías de en lápidas están colocadas una tras otra, separadas por ladrillos reales, conformando una especie de mausoleo. La imagen de un perro-lobo corona este improvisado monumento fúnebre. La identificación de la imagen del perro con la muerte es recurrente en la historia de las culturas (Anubis, Xolotl, Hel, Cerbero y muchos más), en ocasiones como guardián de la entrada al más allá, en otras como acompañante en este último camino: en La Eneida, Virgilio afirma que Cerbero,perro de los infiernos, es en realidad “la tierra que absorbe a los muertos”. Las fotografías de lápidas (tomadas en los cementerios de Bogotá) muestran nombres grabados en mármol sin otra información de su procedencia, así como la textura de la piedra (una aspiración a la trascendencia a través de un material noble) e intervenciones vandálicas en las mismas, que señalan la profanación de esta morada final. En palabras de Motta,“abordé la construcción de esta foto-escultura (que representa para mi -de forma invisible- la identidad borrosa, mediada y manipulada de las víctimas) de una manera estética-formal al amontonar las fotos e “incrustarlas” en ladrillos. El hecho que son fotografías y no dibujos o pinturas es importante ya que pretenden cuestionar la identificación y representación de la realidad, el carácter documental y otras características comúnmente atribuidas a la fotografía como un índice verídico del mundo visible. Como fotografías, fallan en su capacidad de representar al individuo. Cualquier reconocimiento o proyección de contenido es dada por el contexto estético y por la yuxtaposición de la obra con su título. La relación entre la piedra representada en las fotografías y la piedra real genera una especie de simulación, que espero despierte inquietud y genere cuestionamientos acerca de conceptos como la trascendencia y la permanencia”.